jueves, 1 de julio de 2010

No hay nada oculto

Notitarde jueves 24 de junio del 2010

Los hechos hablan por sí solos pero ello no basta, es necesario preguntarnos qué hay detrás de ellos para no estar pintados en la pared. El olor nauseabundo desenmascara los incontables contenedores de alimentos podridos y más aun el envío de algunos como ayuda humanitaria; el acoso, manipulación y desmesurada acción de poder hacia el periodista Francisco Pérez; la confiscación de 26 empresas en 24 días más de una por día; la explosión de rabia en la apacible Isla de Coche y las interminables cadenas para expresar “hago lo que quiero porque soy infalible” nos lleva a una conclusión: estamos ante realidades claramente PERVERSAS. Y si a esto le añadimos el video realizado por periodistas españoles y transmitido por youtube conocido como “los guardianes de Chávez” las dudas se confirman.

La perversión siempre intenta desafiar los límites de la realidad y del poder. Foucault afirmaba que los perversos son los vecinos de los delincuentes y parientes de los locos, es una conducta transgresora cuyo origen es la intención malvada. La perversidad goza en transgredir para contaminar y quebrantar la voluntad y fortaleza social, y disfruta especialmente en las consecuencias de sus acciones regidas por lo que proporcione mayor placer. El goce del perverso se sustenta por lo general en una provocación lúdica y del espectáculo constante. Las imágenes y diálogos del documental español nos llevan a una realidad emergente: la cultura del odio. Hechos que nos recuerdan los grupos terroristas del Badeer Meinhof en Alemania oficialmente disuelto en 1998 y las brigadas rojas italianas disueltas por la aplicación de la ley. .

El odio tiene connotaciones muy poderosas ya que además de aversión o antipatía hacia algo o alguien se acompaña de un sentimiento intenso e incontrolable siendo doblemente perverso porque no solo desea el mal, sino que desarrolla una aversión sin límites, que varía según los contextos y suele alimentarse imaginariamente como es fácil identificar en el racismo, el rechazo a lo desconocido, la impunidad o el cinismo del amedrentamiento, pero siempre tendrá consecuencias nefastas, concretas en la vida de la gente. Paradójicamente el odio además de ser destructivo y autodestructivo cohesiona algunos grupos que se convierten en la defensa de su sobrevivencia insaciable. Solo es enfrentable con la comprensión de la complejidad de la diversidad y de la autonomía mediante aceptación del respeto del otro garantizada por la institucionalidad de la justicia. Los hechos no permiten engañarnos, es un momento crucial en nuestras vidas terrenales, que nos toca entender y actuar si no estamos pintados en la pared.

Y ante el clima emergente es bueno recordar al Cardenal Richelieu cuando afirmaba que es muy loable que los cristianos sientan piedad por las debilidades humanas, pero cuando se trata de crímenes de Estado no hay espacio para la misericordia. La perversidad es un pecado con todas sus consecuencias.

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